Mis Referentes

 


Podemos buscar un referente que nos guíe en nuestro día a día, en nuestra práctica profesional, en nuestra situación familiar... En cualquiera de los espacios que ocupamos. Pero yo soy incapaz. No puedo hablar de un único referente. Las quiero a todas, busco mi reflejo en todas, las admiro a todas.
No importa si son conocidas por mucha gente o sólo por su familia y amistades. No tengo en cuenta si sus logros profesionales son aplaudidos por altos cargos, o por aquellos que saben cuánto les han costado esos pequeños grandes pasos.
Ellas sostienen el mundo lidiando cada día con una visión machista de la sociedad, con las presiones a las que se les somete por el mero hecho de ser mujeres. A ellas se les exige más que a ellos y siguen caminando con la cabeza erguida intentando que las valoren como merecen. 
Sueñan, como yo, con ser libres y vivir seguras en cualquier circunstancia y disfrutan de sus compañeras de viaje siempre que pueden.
Ellas lograron que se nos reconozcan tantos derechos con sus innumerables luchas que es imposible agradecerles tanto. Nos escuchan en un baño una noche de fiesta, nos animan en nuestras carreras, nos sonríen al cruzarnos porque reconocen la velocidad en nuestros pasos.
Abrieron las puertas del mercado laboral y les engañaron pues les siguieron exigiendo seguir trabajando dentro de casa al mismo ritmo mientras luchan por ser visibles en su faceta profesional.
Lucharon por todas nosotras hasta el punto de morir quemadas un 8 de Marzo cuando, durante la huelga en la fábrica textil Cotton de Nueva York, en 1908, el dueño de la fábrica, en descuerdo con sus reclamaciones, cerró las puertas y prendió fuego a la fábrica. 129 mujeres murieron ese día.
Y decenas de mujeres mueren cada año por el simple de hecho de ser mujeres. Y miles de mujeres se sienten morir cada vez que se les señala por no hacer lo que de ellas se espera...

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